El Refugio de Vida Silvestre Bocas del Polochic contiene un humedal que es hogar de 440 especies de fauna y 396 de flora.
Por Jimena Porres
A dos horas en lancha del puerto de El Estor está el Refugio de Vida Silvestre Bocas del Polochic. El humedal, formado por la desembocadura del río Polochic en el Lago de Izabal, es coadministrado por el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap) y la Fundación Defensores de la Naturaleza.
“Este lugar se defiende solito, pasa inundado 11 meses del año”, explicó Luis Barrientos, director del área. Además de la constante presencia de agua hay plagas de zancudos, lo que previene los asentamientos humanos y la depredación del lugar.
Te recordamos: Imágenes satelitales evidencian en Laguna Lachuá
El humedal también colabora en la filtración natural del recurso hídrico. Al estar en la cuenca baja, recibe el agua de cuatro ríos: Matanzas, Pueblo Viejo, Tinajas y Zarco. “Lo que hace es retenerla y la deja pasar poco a poco” indicó Barrientos. Al Lago de Izabal llega limpia, además capta y retiene los desechos sólidos en sus lagunetas. Ahí se quedan hasta que la municipalidad decide limpiarlos.
“Es como una esponja o una planta de tratamiento gigante, pero de forma natural, que retiene todo lo que viene de la cuenca alta” puntualizó Barrientos.
Municipios deben colaborar
A pesar de que Bocas del Polochic cumple su función natural, no puede hacerse cargo de todo sin ayuda. Los residuos sólidos y las aguas contaminadas de varios municipios son factores que lo superan.
Las alcaldías que le tributan al río Polochic son Tamahú, Senahú, Santa Catalina La Tinta y Panzós de Alta Verapaz. Todas tienen plantas de tratamiento. Sin embargo, en los últimos cinco años ninguna ha registrado inversión en su mantenimiento, ni en construcción de nuevas.
En cuanto a un Plan Municipal Integral de Gestión de Desechos y Residuos Sólidos (Pirdes), solo la comuna de Senahú lo ha presentado. Cuando estos factores no son regulados y las autoridades las dejan por un lado suceden desastres ambientales, como lo que enfrenta el río Motagua, puntualizó Óscar Machuca, biólogo de la fundación.
“El denominador común es que si no genera votos no hay apoyo” comentó Barrientos. Después de muchos años considera que estas problemáticas ya están en el radar de las autoridades municipales para generar incidencia.
Monitorean calidad del agua
Al llegar a las lagunetas donde el humedal retiene los desechos sólidos, el ambiente cambia. El agua azul es sustituida por una color café y la presencia de basura es más común.
Rocío Paz, coordinadora de monitoreo y bióloga en la fundación, comentó que el monitoreo de la calidad del agua es importante para conocer el estado del territorio. “Podemos identificar variables como el oxígeno, el potencial de hidrógeno (pH), la temperatura superficial del cuerpo, la salinidad, el total de sólidos disueltos que se encuentra en la superficie y la conductividad”.
Los datos les sirven para controlar los cambios y en caso de ser necesario, activar alertas en caso de anomalías. “Podemos ver si el oxígeno es el que ha variado”. Estas alteraciones ponen en peligro a la flora y fauna que habita en el área.
Paz comentó que hasta el momento el humedal administrado por Defensores de la Naturaleza tiene una buena calidad del agua. Las especies de flora y fauna no han variado y mantienen su vida. Pero la amenaza por la cantidad de desechos sólidos y aguas residuales es latente si las autoridades no colaboran de manera activa y constante.
Te recomendamos esta conversación sobre la importancia de las plantas de tratamiento:
Esta nota es producto del Diplomado Fundamentos de la Conservación de la Naturaleza, apoyado por la Fundación Luis von Ahn y Defensores de la Naturaleza, coordinado por Laboratorio de Medios. Los autores son los responsables del contenido.
