En estos espacios, los Pueblos Indígenas y las comunidades tienen un rol fundamental en la gestión sostenible de las cuencas de los ríos Motagua, Samalá, Chixoy y Coyolate.

Por Evelyn Vargas Carmona
Los consejos de microcuenca surgen como una estrategia para gestionar de manera integral los recursos hídricos. En Guatemala, su creación está relacionada con la necesidad de formalizar estos procesos, los cuales se hacen por medio de los Consejos Comunitarios de Desarrollo (Cocodes) y la micro regionalización de los municipios.
Desde 2020, en el altiplano occidental de Guatemala se han conformado 19 consejos de microcuenca para la implementación de igual número de planes de manejo, en el marco de la puesta en marcha del proyecto de adaptación al cambio climático, Altiplano Resiliente, que ejecuta en el país la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Estos consejos están compuestos por representantes de las comunidades que pertenecen a la microcuenca: líderes locales, organizaciones no gubernamentales, actores municipales, sector público y privado. Es así como este tipo de instancia puede conformarse por representantes de asociaciones agrícolas, las del agua, comités del bosque o de recursos naturales, organizaciones de mujeres, jóvenes o ambientalistas, cooperativas, Alcaldías Indígenas y autoridades ancestrales, Parcialidades, Centros de Aprendizaje para el Desarrollo Rural, Cocodes, comunidades del área de intervención y Gobierno Municipal.
Comunidades más resilientes
Desde los consejos de microcuenca, actores diversos abordan, desde sus perspectivas y necesidades, problemáticas como deforestación, erosión y contaminación del agua.
Además, inciden en la adopción de prácticas agrícolas responsables y en la gestión sostenible de los recursos hídricos, lo que incrementa la resiliencia de las comunidades y los ecosistemas ante los efectos adversos del cambio climático.
Así lo confirma, Isabel Cortez Zacarías, de 53 años que participa como promotora de sistemas agroforestales y reforestaciones en su comunidad, en apoyo a la implementación del Plan de Manejo de la Microcuenca Espumpujá.
Habitante de la aldea la Victoria, Isabel lidera un grupo de 80 mujeres de San Juan Ostuncalco, en Quetzaltenango, y desde hace tres años promueve la siembra de árboles y las obras de conservación de agua y suelo.
“Para mí los consejos de microcuenca son muy importantes porque nos capacitan para sembrar árboles. Ya consumimos duraznos y las manzanas ya están floreando. Ahora tenemos en la mente que nosotros tenemos que sembrar árboles porque si no, no vamos a tener agua para nuestros hijos”.
Liderazgos en Occidente
Estas estructuras también fortalecen los liderazgos comunitarios, como el de Cristina Cutzal, presidenta del consejo de microcuenca Pixcayá-Papumay.
Ella apoyó la legalización del consejo bajo la figura de asociación, gestionó la construcción y establecimiento de un vivero agroforestal y ha impulsado la implementación de sistemas agroforestales.
“Para mí es un gusto tener este compromiso porque es importante cuidar nuestros ríos y nuestros bosques por el calentamiento global que estamos enfrentando y para que tengamos agua por más tiempo. La tala inmoderada de árboles y los desechos la contaminan. Queremos ser parte del cambio, aunque sea en una partecita de nuestra Tierra”.
Datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA) dan cuenta que este país tiene 38 cuencas hidrográficas y casi 2 mil 400 microcuencas. Estos consejos tienen el potencial de hacer la diferencia desde el nivel local. Al proteger y mejorar las cuencas hidrográficas, se puede garantizar el suministro de agua necesario para la agricultura, la vida silvestre y la población.
Esta nota es producto del Diplomado Fundamentos de la Conservación de la Naturaleza, apoyado por la Fundación Luis von Ahn y Defensores de la Naturaleza, coordinado por Laboratorio de Medios. Los autores son los responsables del contenido.