La Asociación de Desarrollo Integral y Salud Comunitaria Generación de Maíz (Agema) trabaja en cinco municipios, se enfoca en recuperar prácticas ancestrales de cultivo.

Por Rafael Solares
Frente al avance del cambio climático, la degradación ambiental y la inseguridad alimentaria que afecta a comunidades rurales de Guatemala, las organizaciones comunitarias y de base como la Asociación de Desarrollo Integral y Salud Comunitaria Generación de Maíz (Agema) se consolidan como actores esenciales para la adaptación, la resiliencia y la sostenibilidad de los sistemas de vida rurales.
Emilio Guachiac, técnico comunitario de Agema, cuenta que la entidad se fundó en los años 90, en Santa Catarina Ixtahuacán. Hoy tiene presencia en cinco municipios de los departamentos de Sololá y Totonicapán.
Se enfocan en la recuperación de prácticas ancestrales con tecnologías agroecológicas para impulsar el desarrollo rural integral, fortalecer la soberanía alimentaria y proteger los bienes naturales.
Distintas medidas
Entre sus estrategias destaca la implementación de sistemas agroforestales diversificados, como la milpa intercalada con árboles frutales y forestales, los sistemas silvopastoriles y las prácticas de conservación de suelos y agua (zanjas de infiltración, terrazas, acequias). Estas acciones contribuyen a mejorar la productividad, reducir plagas, diversificar la alimentación y generar ingresos sostenibles.
Según Guachiac “las comunidades comprobaron que la diversificación agroforestal y el uso de semillas nativas no solo mejora la cosecha y el alimento, sino también fortalece la conexión con la tierra y su historia”. Esta visión resalta el valor cultural y ecológico de las soluciones impulsadas desde el territorio.

Uno de los logros más significativos ha sido la creación de reservorios comunitarios de semillas y viveros, donde se protegen variedades criollas, se reproducen árboles nativos y se involucra a los habitantes en la reforestación. Estas acciones no solo resguardan la biodiversidad genética, sino que preparan a las comunidades para eventos climáticos extremos.

Mujeres y jóvenes al frente
La participación de mujeres y jóvenes es fundamental. Las mujeres juegan un rol activo en la siembra, el abonado, la cosecha y la administración de viveros. Los jóvenes son incorporados a través de metodologías participativas, como las giras de campo y la formación entre pares.
Pese a los logros, Guachiac reconoce que aún existen retos estructurales: “falta mayor compromiso de las instituciones públicas para dar seguimiento a estas iniciativas cuando los proyectos terminan. La organización comunitaria no puede sola; necesita acompañamiento técnico y político sostenido”.

Por ello, Agema insiste en la necesidad de fortalecer alianzas con el Estado, especialmente con el Ministerio de Agricultura, el Instituto Nacional de Bosques y municipalidades, así como atraer apoyo financiero nacional e internacional que permita consolidar y escalar estos modelos sostenibles.
Esta nota es producto del Diplomado Fundamentos de la Conservación de la Naturaleza, apoyado por la Fundación Luis von Ahn y Defensores de la Naturaleza, coordinado por Laboratorio de Medios. Los autores son los responsables del contenido.