A menos de un mes de la entrada en vigencia la clasificación de desechos sólidos, hubo quiénes trascendieron la separación básica. Comparten con otros sus experiencias.

Por Jimena Porres
El 11 de febrero entrará en vigencia el Acuerdo Gubernativo 164-2021 que obliga a los usuarios del servicio de extracción de desechos a clasificarlos. Con la medida se espera reducir la contaminación del suelo y cuerpos de agua, así como aprovechar para un segundo uso los materiales reciclables. La separación consta de tres categorías:
- Orgánicos: desechos de origen biológico.
- Reciclables: vidrio, papel, cartón, plástico y tetrapack.
- No reciclables: papel usado y duroport.
Vecinas de distintas zonas de la ciudad de Guatemala comenzaron con la clasificación adecuada. Carol Azmitia Castellanos, zona 2, comenzó en 2022 a separar sus desechos. “Vi en periódicos y redes sociales avisos acerca de la importancia de esto”, justificó su temprana decisión que con el tiempo se convirtió en una obligación.
Si bien al inicio fue tedioso porque tenían que estar pendientes de los residuos y el espacio de sus contenedores, con el tiempo se volvió una costumbre, un hábito. “Es hasta más ordenado”, aseguró.
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Para Azmitia, la mejor manera de empezar es por lo básico, separar lo orgánico de lo inorgánico. “Comenzar tú, luego hacer consciencia en el hogar y a los demás de la importancia que tiene esta práctica”. Los desechos los entregan a los recolectores en bolsas separadas para su disposición final.
A pesar de encontrar anuncios por parte de la municipalidad de Guatemala y el ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN), considera que no son suficientes, hay que ampliar. “En áreas educativas y de salud estaría excelente”, propone.
Por el ambiente
Enma Escobar, vecina de zona 7, empezó por rechazar el duroport y los plásticos de un solo uso. Cuando en su grupo de la iglesia realizan actividades que incluyen refacción ella lleva sus propios platos. “Yo no pido bolsas plásticas para evitar contaminar” comentó. En el caso de no poder negarlas, las reutiliza de distintas formas.
“Los empaques de ricitos los limpio, los dejo secar y los junto para entregarlos”, describió Escobar. Lo mismo hace con las cajas de cartón y papeles de los cuadernos. Este ánimo lo traslada a su familia, amigas y su oficina para que se unan a la clasificación.
Aunque algunas personas se muestran renuentes a clasificar y justifican que a los recolectores no les interesa, no la desaniman a compartir su experiencia con alegría, aseguró. Al entregar los residuos a los recolectores ella les indica qué va en cada bolsa. “Todo va limpio y seco”.
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Escobar no ha visto comunicación ni de la municipalidad ni del MARN con respecto a la separación. Su acercamiento al tema fue a través de la fundación HaciendoEco y sus EcoRetos. “Con ellos he aprendido acerca del tema y los esfuerzos a realizar para mantener limpios los ríos, especialmente el Río Motagua”, aseguró.