Aunque el hábitat natural del águila arpía incluye el norte del país, solo se reporta en Belice y México. Se espera que la protección de su ecosistema permita su retorno.

Por German Carranza
En Guatemala el águila arpía (Harpía harpyja) está extinta. El ave rapaz más poderoso de América desapareció en las décadas de 1970 y 1980 debido a la sobrecacería, el tráfico ilegal, la deforestación y la competencia por sus presas.
Se trata de una especie catalogada como vulnerable en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN. También, está considerada en peligro de extinción o extinta en algunos países de Centroamérica, como Guatemala.
Alejandro Morales, médico veterinario y coordinador de Salud Animal de la organización Arcas, recuerda un intento de reintroducción. A través de The Peregrine Fund, un programa regional con presencia en Panamá y Belice, ingresaron ejemplares al país.
El 14 de diciembre de 2006, en el primer “Conteo Navideño de Aves” en el Parque Nacional Tikal se reportó el avistamiento de un águila arpía liberada en Belice y monitoreado por radio telemetría por el Fondo Peregrino.
Oportunidad perdida

El último ejemplar conocido en el país ingresó el 4 de mayo de 2011, también desde Belice. Fue rescatado por Arcas y el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), luego de un reporte que alertaba que el ave había sido encontrada en aldea La Pólvora, Melchor De Mencos.
“Tenía heridas de arma de fuego en el pecho y fracturas que le impidieron volver a volar. Dos días después de haber ingresado al país murió en el centro de rescate a causa del maltrato humano y perdimos nuevamente la especie”, cuenta Morales.
En la actualidad,e no existen reportes de águila arpía en Guatemala; los registros más cercanos se ubican en Belice y México.
“Ojalá los esfuerzos de protección que realizamos entre todas las organizaciones permitan que nuestro ecosistema pueda sostenerlos nuevamente”, agrega.
Depredador clave
El águila arpía es considerada el equivalente al jaguar en el aire: controla poblaciones de otras especies, funciona como indicador de un bosque saludable y es un símbolo de poder en la selva tropical. Su distribución natural se extiende de México a la Amazonía, incluido el norte de Guatemala.
En el país no existe un programa de reproducción en cautiverio ni de reintroducción. Los esfuerzos se concentran en la protección de su ecosistema, con la esperanza de que las poblaciones cercanas en Belice o México puedan regresar.
“En Guatemala a lo que no conocen, le disparan. Es un ave rapaz, carnívora, que genera miedo y por ignorancia la atacan. No tenemos educación sobre conservación en las escuelas ni en las comunidades”, explica Morales.
Gran Selva Maya
El águila arpía necesita grandes extensiones de bosque para sobrevivir. Un estudio publicado en 2022 mostró que la mayoría de las áreas protegidas en Centroamérica pueden no ser efectivas para su protección por ser demasiado pequeñas o no estar conectadas entre sí.
Este informe también dio a conoceque el 69 % de las águilas liberadas en Belice se dispersaron y se establecieron en más de un país. Eso significa que cualquier esfuerzo de conservación aislado puede fracasar si no hay coordinación entre gobiernos.
Por eso cobra relevancia la firma de la Declaración de Calakmul entre México, Guatemala y Belice. El acuerdo crea el Corredor Biocultural de la Gran Selva Maya, un espacio trinacional de más de 5.7 millones de hectáreas.
Este corredor integra más de 50 áreas protegidas. El objetivo es garantizar la conectividad de la segunda selva tropical más grande de América.
Esta nota es producto del Diplomado Fundamentos de la Conservación de la Naturaleza, apoyado por la Fundación Luis von Ahn y Defensores de la Naturaleza, coordinado por Laboratorio de Medios. Los autores son los responsables del contenido.